Primeras nieves

Ante la desesperación de no poder hacer nada desde el día 22 debido una gripazo de caballo, fui al médico y qué sorpresa me llevé cuando me dijo que necesitaba respirar aire fresco y no quedarme encerrado todo el día en casa...Pues nada, si lo dice el médico habrá que hacerle caso...así que cargo el coche, hablo con Txapu y al Pirineo que nos vamos!!! Que allí el aire será puro y suficientemente fresco, como me indicó el matasanos.

El Domingo repetimos la subida al Vértice del Anayet centrándonos en la grabanda...cuando le de tiempo a editarlo al Spilberg-montañero pondré el enlace. Este día no hubo fotos ya que Txapu se quedó sin espacio en la memoria, y le tuve que ceder la mía...puntualizo que la memoria era para la cámara y no para la cabezota del compañero de fatigas.

Por la tarde el aire fresco en vez de mejorar mi estado, lo empeoró significativamente y apoderándose de mi cuerpo una ligera fiebre. Al mismo tiempo Raul me llama desde Donosti: "Que tal estas...como para rular mañana?" Y la respuesta aunque con dudas fue positiva: "Si hombre, algo haremos, así que vente p'acá!!!"

El lunes amanece el día radiante, a unos 7 grados aunque se prevé que vaya templando. El cuerpo lo tengo como si me hubiese pasado una apisonadora por encima y la garganta como la del Faquir tragasables, pero bueno si el medico dijo aire fresco, hoy hace más fresco...

Las primeras pedaladas son dolorosas y el aire rasca la faringe dejándome el cuerpo encogido, pero pienso que poco a poco la cosa mejorará. A mitad de subida todo sigue igual, excepto que solo queda la mitad por subir así que yo mismo me animo y a ritmo muy suave llegamos a la parte alta de la ruta…con el panorama todos los males son menos.

El cordal que une la Sierra Condiana con la Sierra Telera en esta época está espectacular, con un contraste de colores espectaculares provocados por el frio. La hierba amarilla, los arbustos de arándano marrón rojizo, la tierra casi negra y la nieve, como siempre, pero más impactante por ser las primeras.

En todo momento el panorama es perfecto 360º a la redonda y las vistas mejoran según nos acercamos a nuestro objetivo, O Porrón.

Nos animamos a coronarlo, porteando, como no!

La bajada aunque empinadísima es factible por el gran agarre que presenta la roca caliza con el tipo de tierra y excepto un escalón muy expuesto, se puede hacer entera sobre el biciclo.

A partir del collado, todo es sencillo hasta el fondo del valle alternando las lomas cimeras en la parte alta con los senderos a partir de media bajada. A estas alturas me encuentro bastante mejor y es que, cuanto saben los médicos!!! Si ya sabía el hombre que un paseíto me iba a mejorar…

Las Argualas al fondo nevadas.

Raul sendereando.

Tras un almuerzo y una breve siesta reemprendemos la marcha hacia el collado del Pacino. 

Primero circulamos por pista para después enlazar con el conocido sendero de subida al Pacino, que con la dosis de dificultad y dureza justas nos entretiene y nos hace sudar al mismo tiempo.

Los colores del otoño parecen artificiales...

Una vez arriba volvemos las vistas se abren hacia el Este y aparece el macizo de las Argualas nevado. Los dos nos quedamos embobados mirándolo y por muchas veces que lo haya visto desde esta posición, nunca me deja indiferente.

A estas alturas, con el cambio de hora, al día se le conoce algo más invernal y el Norte nos hace perder temperatura rápidamente, así que sin tiempo que perder hay que afrontar la bajada. Esta vez la he encontrado menos erosionada que años anteriores. Quizá porque la falta de lluvias le haya dado una tregua.

Al final la receta de sesión doble de Pirineismo ha derrotado a los viruses y hoy lunes estoy en perfectas condiciones para...trabajar, MIERDA!!!