Los hitos de piedra que señalan los senderos de verano ya asoman.
En vez de buscar la bajada perfecta, Oihana y yo nos damos un paseo mañanero para estar de vuelta en el coche antes de que la nieve se reblandezca en exceso.
Amanece a más de 3 grados a 1700 metros con lo que la capa de rehielo es casi inexistente. Aparecen zonas de costra alternando con nieve velcro.
Resguardados del ligero viento NO subimos y bajamos entre pinos con la compañía de los sarrios que nos miraban extrañados. Pero como por esta zona este año ha pasado muy poca gente ni se asustaban.
Oihana recogiendo los bártulos para ir en busca de la cervecita.
La nieve escasea y la que hay esconde trampas en forma de costras malévolas.
Seguir una huella en nieves costra es más peligroso que nadar entre cocodrilos...
Algún tramo entretenido también pudimos saborear.
Solamente por la tranquilidad del lugar mereció la pena el paseo...a ver cuando vuelve el invierno...seguro que en mayo!
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