Esta joya si la tuviesemos en el Pirineo, en 4 días habían descojonado medio monte y aquí sin embargo, aunque se aprecian los remontes, no suponen la patada en la entrepierna que se puede sufrir en otros sitios...y no quiero poner nombres.
Desde Mandarfen hemos hecho una ruta a pie ya que lo abrupto del terreno hubiese sido incómodo para acarrear los biciclos. Además la zona estaba Verboten para las dos ruedas...así que como dicen Pert&Cuñator, haremos un poco el Yorel.
Hacia el glaciar del Wildspitze.
Bonitos montes.
Otro glaciar sobrecogedor, aunque menos que los de Suiza.
¿No nos podemos quedar aquí?
Llegando al refugio de Taschachhaus (he tenido que consultar el nombre 4 veces para escribirlo bien, jeje)
El valle de Otztal nos ha encantado y probablemente nos quedemos más tiempo de lo que teníamos proyectado ya que aquí hay mucho por ver y el ambiente es muy bueno. Mucha gente en bici, mucho sendero, el tiempo acompaña, ¿que más se puede pedir?
Lo más catastrófico lo hemos vivido en el Glaciar de Sölden, que tras una infernal subida por carretera infumable al 14% de pendiente media, hemos llegado al glaciar que tanta fama da a la estación y donde entrenan muchos equipos de esquí.
Estaba reventado con máquinas escarbando el hielo como si fuesen a encontrar petróleo...no hemos querido analizar lo que pretendían, pero no nos ha aportado demasiado el llegar a 2700 metros y presenciar ese espectáculo. Después todo ha vuelto a la normalidad y los senderos de alta montaña no han defraudado.
Puertaco para carreteros licrosos.
Glaciar de Sölden...la foto intenta evitar las prospecciones petrolíferas.
Comienza el recital.
Garreando y guerreando.
Todavía no se ve el fondo del valle.
Ahora si, Sölden al fondo.
Típica casa tirolesa.
Típico puente tirolés con el típico sendero tirolés rodeado de típicos abetos tiroleses.
Como ya hemos visto la zona alta del valle, hoy optamos por una ruta de mayor calidad senderil que nos permite disfrutar de los encantos de las casas de pastorcillos.
Aquí el comienzo de cualquier vuelta empieza feo, con carreteras y pistas con fuertes pendientes. Esos pistarros al 15% y más terminan de dos maneras...1. Porque se termina la pista y/o el monte. 2. Porque la abandonas por algún senderete de los buenos.
Tras 20 minutos ganando altura, llega la recompensa.
Trazado muy cómodo con varios pasos técnicos que le dan la chispa a la vuelta.
De vez en cuando el bosque se abre y se deja ver el valle de Ötztal.
Según perdemos altura aparecen los pastos cuidados como si se tratase de los jardines de Versalles. Ahí va la Heidi biciclista.
Mañana abandonamos este valle para conocer Innsbruck.
muy buena, vaya envidia perro!!!
ResponderEliminar